Aquel día, había recibido la visita de su discípulo predilecto, Eurtukio, y en aquella larga conversación, Ptolomeo pronunció la que fue sin duda una de sus citas más celebres, y que los historiadores creen que fue tallada en la losa que cubría su tumba, porque así lo había dispuesto el maestro. Las palabras fueron:
"El tiempo nos devora la vida"