diciembre 16, 2011

Cita XXII

Ocurrió en una de esas menguadas y oscuras tardes en el otoñear del año 1.279aC, cuando Eurtukio, el discipulo preferido del maestro, sorprendió a éste, con la mirada perdida, sentado frente al gran olivo que presidia el patio interior de la Academia de Teknas. El maestro seguía abatido por la pérdida de Tarkitia, la mujer de ojos claros y eterna sonrisa, que había sido sin duda el amor de su vida. Eurtukio, sin articular palabra se sentó junto al maestro, consiguiendo abrazar su silencio. Ptolomeo solo rompió ese silencio, para tras secarse sus ojos vidriosos, decirle:


"Eurtukio: Me enseñaron que un hombre no debe llorar, pero yo he descubierto, que una lágrima es el lugar más pequeño donde pueden esconderse los besos que no se pueden dar"

abril 08, 2011

Cita XXI

Más allá de la lírica, Ptolomeo Ensiámedes, escribió sobre el amor, desde un punto de vista metafísco. Conservamos algunos de sus pensamientos acerca del amor, los más trascendentales en su libro "Amar y ser amado", que escribió en el año 1.241aC. En su epílogo, encontramos la siguiente cita:

“No debería haber edad para amar ni para ser amado, pero el paso de los años y los recuerdos, nos aportan el cúmulo de rarezas que sí condicionan nuestra capacidad de amar y nuestra percepción de ser amado”

abril 05, 2011

Cita XX

Uno de los libros más consagrados del maestro Ptolomeo Ensiámedes, fue "Buscando ser feliz", que escribió entre los años 1.252aC y 1.251aC. Ese libro, que en la actualidad, no hay alumno de bachillerato que no haya leído, esta plagado de citas célebres de sus corrientes ética, felicista y vital. Rescatamos hoy esta cita, que aparece en el segundo capítulo del libro:

"Lo que de imprevisible tiene la mente, es lo que nos da la capacidad de intentar ser feliz"

marzo 15, 2011

Cita XIX

En el año 1.251aC, gobernando Tirkulino la ciudad-estado de Teknas, fue éste descubierto desviando fondos de la Hacienda Pública para su provecho. En el senado Ptolomeo Ensiámedes, pronunció una de sus más celebres sentencias, perteneciente a su corriente ética, cuando tomando la palabra y señalando al malversador, le inquirió desde el estrado:

"El hombre que pierde sus principios, los convierte en sus finales"

marzo 07, 2011

Cita XVIII

Pocos años antes de morir, en 1.237aC, y con la perspectiva serena de su lúcida mente, el maestro Ensiámedes, pronunció este alegato sobre la amistad. Se cree que iba dirigido a uno de sus amigos de juventud, Velkoris, con quien estuvo más de los últimos cincuenta años de su vida, sin hablarse.

"Si quedaron en el camino, es que no eran amigos"

marzo 03, 2011

Cita XVII

Sin duda una de sus citas más celebres, es la que coronaba el arco de entrada a la escuela de Teknas, donde el maestro Ptolomeo enseñó durante más de medio siglo. La primera vez que la pronunció fue en el año 1.258aC, dirigiéndose al senado popular de su ciudad estado. Reconocemos la cita, como el fundamental pilar de la corriente de su pensamiento predeterminista:

"La vida viene como viene, y encima no la ves venir"


febrero 25, 2011

Cita XVI

Avivaba el maestro a sus discípulos, para que nunca se marcharan a casa con las dudas surgidas de sus lecciones. Siempre preguntaba a quien observaba con cara pensativa, y en un día del invierno de 1.267aC, Ptolomeo, tras un largo silencio en el aula magna, dijo con la solemnidad acostumbrada, dirigiéndose a sus alumnos;

"En vida las preguntas, y después de la muerte, las respuestas."

enero 13, 2011

Cita XV

De posibles e imposibles, gustaba tertuliar con sus discípulos el maestro Ptolomeo. Siempre se congregaban alrededor y en silencio, personas ajenas a la academia, por lo enriquecedor de la sabiduría que fluía en cada una de las palabras allí pronunciadas. En una de esas tertulias en el año 1.259aC, antes de que se hiciera un largo silencio, profirió una de sus citas más célebres:

"Todos lo vemos y sabemos lo desmesurado de su tamaño, pero ni el mejor de nuestros arqueros, podría alcanzar el sol con una flecha"

enero 12, 2011

Cita XIV

Bien entrado el año 1.257aC, Ptolomeo, una tarde,  dando un paseo reflexivo, se encontró a uno de sus antiguos discípulos: Eurtukio. Éste se lamentaba de que desde hacía cuatro primaveras, su primera esposa Anarta, le había abandonado y marchado a vivir lejos de Teknas. Eurtukio, a pesar de tener un estatus de senador, y un reconocimiento público y notorio, no había superado ese alejamiento, y le reconoció al maestro que seguía enamorado de Anarta, a pesar de haberse vuelto a casar con una joven y bella teknesiana. Ensiámedes, le dijo:


"Eurtukio, la verdadera distancia entre dos personas no se mide en estadios1, se mide en silencios"



1El estadio era una unidad de longitud usada en aquellos tiempos que equivalía a 174.12 metros